Cuando alguien está “haciendo dieta”, lo más probable es que
muchas cuestiones estén implicadas, pero casi siempre estos aspectos están
presentes: una razón inicial, un objetivo final y un cambio o proceso.
Seguramente también haya habido una búsqueda de información (internet, libros,
revistas, foros, opiniones de amigos, etc.), una toma de decisiones respecto a
lo que se va a hacer, la obtención de algunos elementos (alimentos, productos,
utensilios…) y, por supuesto, una puesta en marcha llena de buenas intenciones.
Algo en la vida de esa persona le ha movido a dirigirse hacia un objetivo
determinado, lo cual habrá conllevado un cambio más o menos profundo, y la
persona, poniendo los medios necesarios, está dispuesta a llevar dicho proceso
a cabo. Tenemos así los principales elementos implicados en el típico proceso
dietético moderno. De que los motivos sean más o menos conscientes, el objetivo
más o menos legítimo y el cambio se realice de forma consecuente, dependerá, en
gran medida, el éxito de la nueva empresa.
Cuando un motivo nos entusiasma, nos
sentimos cargados con una fuerza extraordinaria, está en nuestras manos cómo
dirigir correctamente este impulso, si no lo hacemos con una sensación de
libertad, puede ocurrir que nuestras intenciones terminen en el cajón de sastre
de los buenos propósitos. Cuando nos referimos coloquialmente al hecho de
“hacer dieta” es común que lo relacionemos con la abstención total o parcial de
algunos alimentos, con algo de carácter privativo, con la negación y, probablemente,
con la escasez. Si la dieta se gestiona con una sensación de privación o
restricción, la persona sentirá una rebeldía o melancolía interna, que le
conducirá a volver a los hábitos alimenticios anteriores con fuerza redoblada.
Sin embargo, si nos aproximamos hacia nuestro objetivo con libertad y
sintiéndolo como un cambio positivo en el que no nos estamos negando nada,
desaparecerá la prohibición auto impuesta. Sin sentimiento de prohibición, con
libertad y con el impulso extra que nos atrae a nuestro objetivo, conduciremos
eficazmente nuestra energía hacia la consecución del mismo.
Las dietas modernas
no están diseñadas conforme a las leyes naturales, es por ello que ofrecen
sistemas estáticos, excluyentes y no adaptogénicos. Puesto que todos los seres
vivos, y en general, todas las manifestaciones del universo son cambiantes,
llevar a cabo una u otra dieta moderna del tipo: alcalinizante, crudívora, de
los grupos sanguíneos, paleolítica, frugívora, Dukan, ortomolecular, etc se
convierte, con el paso del tiempo, en una dieta inadecuada.
Supongamos que
alguien decide regular su nivel de colesterol y adopta una dieta, pongamos
vegetariana, a tal fin, una vez regulados sus valores de colesterol, ¿qué ha de
hacer la persona?, ¿seguir con su dieta sin carne?, quizá, si no atiende
correctamente su alimentación, con el paso del tiempo, llegue a carecer de
otros valores necesarios como vitamina B12 o hierro. Es decir, las dietas son
válidas ciertamente para momentos puntuales sabiéndolas elegir y practicar
correctamente, pero puede que llevarlas a término sin un punto de vista más
amplio nos haga saltar de una dieta a otra, de una para controlar el colesterol
a otra para regular la B12, de esta, a una para regular nuestra vitalidad, y de
esta a otra para regular nuestra acidez sanguínea, así sucesivamente hasta
convertirnos en desorientados consumidores de dietas , cuando no en esclavos de
suplementos y complementos alimenticios. ¿Pero es realmente esto lo que
buscamos? Desde luego que no, lo que necesitamos es que nuestra alimentación
sea completa, equilibrada, sostenible y adaptada a nuestras cambiantes
características. Para ello tendremos que hacer algunos cambios, y no sólo de
hábitos alimenticios, si no primero y más importante de paradigma. Hemos de
replantearnos el modelo de pensamiento del que partimos al iniciar nuestra
búsqueda: ¿quiero erradicar tal o cual condición, o quiero encaminarme hacia un
estado saludable?, ¿analizar tal o cual situación particular, o entenderme como
un ser holístico?, ¿me ocupo de mi hígado, estomago, sistema nervioso, etc. y
enfrento al problema, o me entiendo como un ser vivo integral y coopero con mi
Ser?, ¿me baso en la lógica teórica y la razón, o aprendo a sentirme y a
confiar en mi instinto e intuición?, ¿actúo de forma mecánica o de forma
sinérgica? En mi opinión, no se trata de hacer una cosa o la otra, si no de
complementar ambas filosofías vitales para lograr un acercamiento libre a
nuestra naturaleza y a la Naturaleza. De esta manera obtenemos una ganancia
personal inmediata y a demás promovemos un beneficio plural a largo plazo.
Interesante, ¿verdad? La Alimentación Consciente consiste en seleccionar e
ingerir los alimentos adecuados conociendo cuál es su valor energético y cuáles
sus efectos en nuestro sistema bioenergético. El objetivo de ello es conseguir
un estado óptimo de la condición personal, que se expresa por medio de una
salud mental, emocional y física plena, en función de las circunstancias
vitales. Con los conocimientos adecuados y la consciencia despierta, la persona
es capaz de decidir en cada instante lo que va a comer, con plena libertad.
Pablo Martín Rivera.
Nutrición Energética Consciente.
Colaborador y consultor de Macrobiótica en La Biotika www.labiotika.es
macrobiotica@labiotika.es
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