El verano se
asocia con el calor, al igual que el Fuego. Es el momento de más
alta vibración, excitación, cuando la energía es capaz de llegar a la
fusión con el Todo.
Es el momento en que
la Naturaleza de los seres vivientes está en su máxima plenitud de
energía, este momento lo marca la
estación del Fuego. El exceso de energía nos anima a expandirnos hasta el
máximo de nuestro potencial.
El sol hace
que el calor aumente el yang y acelere el ritmo de los
corazones que impulsan la sangre con más fuerza; ésta es otra
reacción que provoca el elemento Fuego en el proceso que mantiene la vida.
El Fuego corresponde
energéticamente al corazón y su opuesto, el Agua, al riñón. El
equilibrio entre ambos va a regir nuestra salud. El Fuego
representa el desarrollo de la sabiduría humana, fue con su
conquista lo que originó un importante avance a nuestra civilización.
El Agua corresponde a
la fuente del conocimiento más profundo, donde reposan las semillas caídas
después del otoño; es la parte inconsciente de la Naturaleza, cuando todo
depende de la atracción de los polos yin y yang, cuando sólo es potencial de
vida.
Ambos se asocian para
en su equilibrio, dar paso a la vida. Es por eso que tenemos que cuidar esa
relación entre corazón (Fuego) y riñón (Agua), pues su relación
equilibrada, al igual que la fusión del espermatozoide y el óvulo,
permanece en nuestra memoria que anhela esa unión que originó el
milagro divino de la creación (Yin y Yang).
El poder de unión que
contiene en sí el Fuego, da una característica especial a los arquetipos de
este elemento: personas encantadoras y persuasivas que contienen la magia de la
transformación de la materia en energía lumínica, produciendo un poder de
atracción igual al que experimentan los insectos en verano, cuando
buscando la luz, se funden con el calor de las llamas,
parece paradójicamente una equivocación del instinto en esa búsqueda
del fuego, la luz y el amor, sinónimos del verano.
Un exceso de Fuego puede
producirnos sequedad, excitación y sofoco, el corazón sobrecargado, se inflama,
puede sufrir de arritmia y atacar a su más cercano vecino, el pulmón y
además produce una agitación del “Shen”
(espíritu, la parte más sutil y elevada del ser humano que habita en el
corazón), padeciendo entonces delirios, alucinaciones, pesadillas,
hiperactividad, charlatanería, exaltación, fiebre, transpiración excesiva,
tener manos calientes y húmedas, insomnio y un calor generalizado,
impidiendo a la persona recuperarse del desgaste energético. En ese estado, estas
personas son muy eufóricas e igual que están al máximo de optimismo se
vienen abajo cuando la realidad de la vida les destruye sus sueños.
Si el “Qi” (energía) es deficitario,
porque falta el elemento Fuego, sufren de apatía, desinterés, falta de motivación
y dejan de ser cordiales. El calor se desvanece en ellos y se vuelven
sensibles al frío, les invade un semblante pálido, se asustan fácilmente,
pierden su instinto intuitivo, les inundan las dudas, pasan de la luz, a la
oscuridad y se abre su calvario de sufrimiento.
Un poema japonés,
manifiesta esa peculiaridad del carácter melancólico y sensibilidad del
arquetipo Fuego, dice así:
Las
noches son breves
¿Cuantos días más
aún por vivir?Shiki (1867-1902)
Algunas de sus
contradicciones, dentro de su distorsión (por exceso o deficiencia), son las
siguientes:
Necesidad de soledad,
y luego desean de tener contacto con el otro.
Viven el presente, pero les asusta el futuro.
Dicen no, pero les encanta poder decir sí.
Anhelan la fusión, estar enamorados y a la vez temen que todo se acabe en la
separación.
Les encanta las nuevas sensaciones y sentimientos y temen ser devorados por la
intensidad del momento.
Fuera del aspecto
emocional, en lo físico, un
corazón con un “Qi” (energía) muy fuerte, ataca el pulmón y entonces nuestras
defensas se vuelven vulnerables debido a la gran dispersión que produce el Fuego.
Un Metal como es el pulmón para la Medicina China, controlado por el Fuego, se
vuelve seco, caliente e inflamado y es cuando aparecen los problemas de
garganta, nariz, alergias, tos seca, sudor por la noche, sed y estar agobiado
por el corazón; en este momento, el
pulmón no puede nutrir adecuadamente al riñón, que empieza
a debilitarse; de esta forma, el Agua del riñón no controla el Fuego, entrando
en un patrón de falta de “yin de riñón”, que produce micción escasa, dolorosa,
dolor de espalda, alteraciones de las funciones del sexo.
También afecta un
corazón demasiado alterado al hígado y al bazo, secando la Madera y
la Tierra, pasando a un estado de rigidez de articulaciones y músculos.
Lo principal en
este estado es cuidar de no caer en la deshidratación, mantener la
sangre circulando con todos sus fluidos para que no se forme “estasis sanguínea”. Para ello hay que
mantener una dieta que, aparte de no secarnos, aporte humedecimiento continuo,
evitando las comidas con exceso de picante, muy calientes y secas, así como no
abusar de la sal y las bebidas excitantes.
Si reina la
armonía en un corazón, será estable y armónico también el resto de los órganos
más importantes, como son el hígado, riñón,
pulmón y bazo, estableciéndose el equilibrio a nivel físico y emocional.
Alguno de los signos
corporales que podemos observar, para saber cómo está nuestro Fuego de corazón,
se manifiestan, por ejemplo, en nuestra lengua: cuando está la punta roja
es indicativo de que el equilibrio del riñón y corazón hay que establecerlo. También
tener un pulso rápido, es señal de que nuestro corazón está con un exceso de Fuego.
Para contrarrestar
este período de calor en nuestras constantes metabólicas, necesitamos
practicar una cocina que contrarreste el caluroso ambiente corporal o la
estación del verano. Para eso utilizaremos más frescor yin y no
abusaremos de los alimentos yang que producen más calor.
La forma de cocinar
tiene que comprender formas ligeras de preparación de alimentos, usando una
cocina de más corta duración, como los salteados rápidos y medios,
acompañados de ensaladas, pickles, y germinados,
alternando con verduras al vapor, que dejamos enfriar para su posterior preparación,
mezcladas con legumbres y cereales, también haremos uso de los escaldados de
hoja verde de diferentes verduras.
El capítulo de las
frutas crudas y jugos, es la época del año que toma más
protagonismo. Si estamos sanos, podremos tomar
melón, sandía, ciruelas rojas y amarillas, melocotones y
hacer postres variados de frutas combinadas picadas. Refrescar el cuerpo con un
jugo hecho de manzana con apio, pera y sandía o limón y melón etc.
Ya sabemos que
tenemos que evitar las grandes comilonas, guisos de larga duración, sobre
todo comidas al horno, plancha, alimentos tostados, las carnes, los abusos
de la sal y del aceite frito.
Pero toda dieta tiene
que ser comparada con el estado del paciente, así que en caso de anomalías, lo
más sensato es consultar con algún entendido para no caer en males mayores.
El sabor amargo y el
color rojo de los alimentos es beneficioso para el corazón, pero en exceso nos
perjudica.
Esto me recuerda un
Haiku que dice:
Llega
a la calma,
el agua sumergiéndose,
el atardecer del verano.Masaki Yuko
En este precioso
haiku, en tan pocas palabras, nos hace sentir cómo la polaridad yang
se convierte en su opuesto, yin frescor y llega la calma de un caluroso verano.
Miguel Priego
Consultor de Macrobiótica en La Biotika. MCT. Diagnóstico por los 5 elementos
http://www.labiotika.es
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