Podríamos decir que de todos los productos naturales y “mágicos” que podemos utilizar para mejorar nuestra salud, quizá los más alquímicos, poderosos y transformadores son los germinados.
A veces me planteo como algo tan sencillo y fácil de comer y encontrar, puede faltar en nuestro día a día, cuando realmente consigue marcar una gran diferencia en numerosas ocasiones.
Para ponernos en situación podríamos decir que los germinados son ricos en vitaminas, minerales, clorofila. Por ejemplo el de alfalfa contiene; vitamina A, complejo B, C, E, G, K y U. También poseen grandes cantidades de hierro, calcio, fósforo y azufre. Contienen proteína, niacina, ácido fólico y numerosas enzimas.
Contienen hormonas de crecimiento y evitan el envejecimiento ya que son ricos en antioxidantes.
Pero lo más destacable de los germinados, independientemente de la gran cantidad de nutrientes que contienen, es a nivel energético.
Tenemos que ver el germinado como un ser que representa en sí mismo una mutación. La semilla que se encontraba latente, era una forma de vida en “potencia”, conteniendo todo lo necesario para alimentar y generar un ser vivo, pero en estado de espera. De pronto, se encuentra con las condiciones adecuadas, y la vida estalla en ella, generando todo un proceso de mutación, sería semejante a una crisálida en pleno proceso.
Los germinados tienen energía de una vida que empieza y nos ayudan a transformarnos a cambiar nuestras vidas. Son profundamente limpiadores y desintoxicadores, y por ello se utilizan en el tratamiento de tumores. Sus enzimas realmente cambian nuestra flora intestinal, lo que irremediablemente afecta a nuestro cerebro. Al aclarar y limpiar la sangre, nuestra mentalidad se vuelve más clara también. En pocas palabras, al limpiar los intestinos....disminuye el ruido mental.
A nivel nutricional lo que ocurre es que en la semilla, se activan las enzimas y las vitaminas se ponen en su forma más fácilmente asimilable por el organismo. Los hidratos de carbono y las proteínas también se metabolizan con estas enzimas, y adquieren su forma más fácilmente asimilable por nosotros. Las grasas se transforman en ácidos grasos y los almidones en maltosa y dextrina y azúcares más fáciles de asimilar.
A nivel energético representan a la primavera, la energía de crecimiento rápido de esta estación con su consiguiente activación de lo vivo y de todo el mundo vegetal. Estos germinados constituyen una energía yin de calidad necesaria para ayudar a purificar y limpiar el organismo.
En numerosas dietas vegetarianas, por falta de tiempo se comen finalmente demasiados productos cocinados, o incluso industriales como soja texturizada o hamburguesas procesadas, que no dejan de ser saludables y biológicas pero carentes de energía vital y enzimas vivas. Los germinados son una buena forma de suplir esto.
Estos pequeños proyectos de plantita, nos ayudan a tener el hígado relajado y en perfecto estado. Es muy importante por ejemplo tenerlo en cuenta en dietas que son tendentes a volverse saladas, como la macrobiótica. Es una forma de aportar algo fresco y verde y darle energía de crecimiento y ascendente al hígado . Este órgano controla múltiples funciones, pero a un nivel más espiritual, es el encargado de la flexibilidad, la creatividad, los nuevos proyectos, la deportividad.
En presencia de excesos de sal o en dietas faltas de verduras frescas y verdes en seguida notamos que la persona se vuelve, en exceso rígida y mental, malhumorada y a menudo, demasiado dogmática y teòrica.
Los germinados nos aportan esta capacidad de transformación necesaria para fluir con la vida, para adaptarnos creativamente a las circunstancias cambiantes.
¡Y en momentos como los actuales, que hay “vientos” cambiantes acechando, pueden ser algo a tener en cuenta como “píldora alquímica” a diario!
No son necesarias grandes cantidades y se pueden hacer en casa. A los niños les encanta verlos crecer. Pero también se pueden comprar fácilmente, el caso es que no falten. Vegetalia tiene toda una nueva gama de ellos a la disposición.
Las semillas para germinar han de ser vivas, no transgénicas ni irradiadas, reales.
Aun recuerdo la tristeza de los niños de la clase de mi hijo cuando al hacer el ejercicio de germinar un garbanzo, judia o lenteja en un yogur, a penas cinco o seis lograron crear vida.
Mi hijo, que llevó un garbanzo ecológico, fue uno de los pocos que regresó a casa orgulloso con la nueva plantita en la mano y una gran sonrisa en la carita. Este hecho me hizo plantearme seriamente en qué estamos pensando y qué estamos comiendo hoy día.
Los germinados nos conectan con la vida, con la ecología y nos hacen recapacitar sobre la necesidad de revolucionarnos y cambiar a un estilo de vida más natural y conectado con el planeta.
Añádelos a tu vida y después me cuentas los cambios que en ella han ocurrido. ¡Comprueba su magia por ti mismo!
Diana Isabel López Iriarte
Consejera macrobiótica y profesora de cocina
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