miércoles, 6 de junio de 2018

NUTRICIÓN SIMBIÓTICA -EL HOLOBIONTE HUMANO

Hasta hace relativamente poco los seres vivos han sido considerados entidades autónomas,pero en la actualidad y gracias a nuevas líneas de investigación en el campo de la ciencia, como la llevada a cabo en el Proyecto Microbioma Humano, sabemos que en realidad todos ellos, incluido el ser humano, son entidades complejas que representan redes biomoleculares compuestas por células del propio huésped más su microbiota o colectivo de microbios asociados. Este conjunto del huésped más su microbiota recibe el nombre de holobionte, siendo una estrecha relación de simbiosis o apoyo mutuo la que vela por la supervivencia de ambas partes.



Nosotros como holobiontes humanos hospedamos miles de especies microbianas, de las cuales la inmensa mayoría se encuentran instaladas en nuestros intestinos y cuyo número supera 10 veces la cantidad de células humanas, llegando a pesar hasta 2 kilos de nuestro peso total.También hay concentraciones significativas de estas especies colonizando otras partes del cuerpo como la boca, la vagina, la piel, las orejas y los pulmones. El equilibrio de la microbiota es esencial para conservar la integridad de cada una de estas partes, siendo la microbiota o flora intestinal la que más influencia tiene sobre todo del organismo. Y es que precisamente es en los intestinos donde se efectúan multitud de procesos bioquímicos mediados por microbios simbiontes que hacen posible el aprovechamiento de los nutrientes provenientes de los alimentos, participan en las respuestas inmunitarias, influyen en la actividad nerviosa y regulan el metabolismo.

¿Cómo se constituye la simbiosis humano-microbiota?
La biodiversidad de nuestra microbiota es en gran medida determinada por las primeras exposiciones al medio ambiente y la alimentación, especialmente durante el nacimiento y las etapas iniciales de nuestro desarrollo.

Recientes estudios sostienen la hipótesis de que en el último período de embarazo también recibimos una reducida carga microbiana de la microbiota de nuestra madre a través de una translocación bacteriana intestinal, es decir, que bacterias intestinales de la madre viajan desde los intestinos a través de la sangre hasta la placenta para entrar en contacto con el feto.

Durante el nacimiento somos colonizados por una carga microbiana mayor a través del canal del parto y la zona perianal. Más adelante, y particularmente en el primer año de vida, seguimos integrándola microbiota de nuestra madre a través de la lactancia natural. También incorporamos microorganismos del ambiente con la ingesta de alimentos sólidos, el agua y el aire.Entre los tres y cinco años de edad se considera que nuestra microbiota intestinal se ha estabilizado y hemos establecido profundos lazos de simbiosis con los microbios que la forman.De esta manera se constituye la microbiota nativa, “huella microbiana personal”, la cual posee una gran capacidad de resiliencia, esto es, la tendencia a volver a su estado original una vez han desaparecido los estímulos adversos causantes de su alteración.

Algunos de los factores comunes en las sociedades modernas que pueden alterar negativamente la constitución y condición de la nuestra microbiota son el parto por cesárea, la lactancia artificial, la contaminación ambiental, el estrés, el uso de antibióticos, el consumo de drogas, la potabilización química del agua, la higienización personal y del entorno con productos químicos y el procesado industrial de los alimentos.

Una reducida exposición microbiana desde temprana edad dificulta incorporar especies simbiontes desde que nacemos, interfiriendo en la colonización microbiana inicial y reduciendo dramáticamente la biodiversidad de nuestra microbiota en la edad adulta.

¿Qué podemos hacer para mejorar la relación simbiótica con nuestra microbiota?

La alimentación es el factor que más rápido influye sobre nuestra microbiota intestinal. La Nutrición Simbiótica nos enseña como alimentarnos a nosotros mismos y al colectivo microbiano que nos habita.



En primer lugar, para el lactante, el mejor alimento simbiótico es sin duda la leche materna. Después pasada la época de lactancia los vegetales fermentados artesanales son el alimento simbiótico por excelencia ya que son fáciles de digerir y están cargados de micronutrientes, enzimas digestivas y microorganismos regeneradores que benefician nuestra ecología intestinal.

Asimismo una dieta equilibrada basada en alimentos integrales nos provee de una importante cantidad de fibra y otras sustancias prebióticas que son fermentadas por nuestra microbiota intestinal y favorecen una mayor biodiversidad de especies. Para ello basta con incorporar habitualmente alimentos de origen vegetal como cereales integrales, legumbres, semillas, verduras y frutas, evitando los alimentos refinados y altamente procesados.

Por otro lado sería conveniente limitar el consumo de proteína animal ya que esta contribuye a la proliferación de bacterias de la putrefacción,  genera una gran cantidad de residuos tóxicos y compite con la flora intestinal protectora. El exceso de proteína animal sobrecarga el hígado y exige mayor actividad a los órganos emuntorios de eliminación.

Y para terminar algunas recomendaciones vitales que favorecen al holobionte humano. En la medida de lo posible:

- Parto natural, en su defecto practicar el Seedingo ungimiento del recién nacido con el flujo vaginal de su madre.

- Lactancia materna, en su defecto complementar la fórmula maternizada con probióticos infantiles ricos en Lactobacilos y bifidobacterias.

- Usar agua filtrada para beber y cocinar.

- Limitar el uso de antibióticosa lo estrictamente necesario, siempre acompañando dicho tratamiento con probióticos.

- Limpieza intestinal con carbón activado más zeolita, semiayunos e hidroterapia de colon.

- Reforzar la microbiota con algún complemento simbiótico natural.

- Utilizar únicamente jabón natural para la higiene personal, especialmente jabón de Alepo.

- Usar exclusivamente productos de limpieza ecológicos, en especial los que contengan microorganismos eficientes (EM).

- Frecuentar zonas rurales y parajes naturales.

- Regular el estrés con prácticas de relajación, terapias naturales o psicoterapia.

Mario Sánchez Écija – Naturópata
Talleres sobre Fermentados: 
http://labiotika.es/doc/aula_de_estudios_fermentados.html

Colaborador Cursos de Nutrición simbiótica (Fermentados) y macrobiótica en Aula de Estudios de La Biotika


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